Se entiende que las empresas de esta era son digitales. Pero así también se llaman a sí mismos de la era anterior. ¿Cómo mirar el proceso?
Uber se llama a sí misma una empresa de tecnología, en lugar de una empresa de transporte. Orange Card se considera una empresa digital y no una firma de “palo” financiero. Hay automotrices que se asocian al sector “techie” porque entienden que fomentan el uso de energías distintas a las convencionales.
Chevrolet apuesta por la conectividad y Toyota, el carsharing: “Queremos dejar de ser un fabricante de coches para convertirnos en uno de servicios”, afirma Daniel Herrero, número uno de la marca.
Rappi, Glovo y Pedidos Dices que la entrega que realizan se basa en la tecnología de su app y evitan estar vinculados al sector transporte. Re/Max gestiona una red de agentes inmobiliarios sin empleados: todos los que trabajan en sus locales pagan por ocupar un escritorio, usufructúan la marca y comparten una base de datos.
“Son como un Rappi pero de las agencias inmobiliarias. Sus vendedores son todos monotributistas, no tienen relación de dependencia y hasta tienen que pagar el escritorio que usan”, dijo Miguel Ángel Dionisio, presidente de la Cámara de Martilleros de Mar, cuenta a iProUP de la Plata. Y la lista continúa.
Lo cierto es que cada una de estas empresas, aunque operan en sectores muy diferentes, tienen un eje común: apoyan sus negocios en plataformas colaborativas, en nuevas herramientas digitales o en diferentes tipos de innovaciones. Y generan una capacidad que, en algún momento, las convierte también en empresas del ámbito tecnológico.
Desde CIPPEC aportan algunos conceptos sobre la economía de plataformas que ayudan a aclarar aún más este punto. Si bien se refieren específicamente a aquellas que operan a través de una aplicación -como Uber, Airbnb, Rappi, entre otras-, vale la pena considerar sus definiciones.“La mayoría de este tipo de empresas se autoclasifican como prestadoras de servicios informáticos en su registro ante la AFIP y es posible ubicarlas en mercados específicos”, señalan.
Entre ellos, se enumera:
– Transporte de pasajeros automotor, como Uber
– Servicios de enseñanza, reparación y limpieza, como en el caso de IguanaFix
– Alojamiento temporal, al estilo de Airbnb
– Mensajería y cadetería, como con Glovo, Rappi y Pedidos
– Comercio al por menor. Por ejemplo, Mercado Libre
¿Por qué las empresas tradicionales ahora prefieren ser clasificadas como tecnológicas y digitales y “escapar” de sus sectores tradicionales o domésticos?
“Lo que estamos viendo es una nueva forma de organización que algunos catalogan incluso como una nueva forma de capitalismo”, dice a iProUP, Ramiro Albrieu, investigador principal del área de desarrollo económico de CIPPEC.Para este especialista, lo que más se está modificando es la operativa de las empresas. Antes las grandes empresas tenían procesos que generaban alguna información pero luego se perdían u olvidaban. Lo mismo sucedió con los registros de datos de los consumidores: con un poco de suerte, apenas se podía adivinar si iban a retroceder o no.
Este modelo de gestión va camino de desaparecer y está dando lugar a la aparición de otro en el que la información se almacena de forma cuidadosa y se analiza con gran profundidad. Además, “se ha convertido en la huella dactilar de la que emana una nueva visión de hacer las cosas”, añade Albrieu.Casos para discusión
“Somos tecnología” es la frase con la que Uber elige presentarse en cada oportunidad. Aunque el servicio prestado, a través de app, puede ser considerado como transporte público de viajeros, lo niegan bajo el argumento de que no son propietarios de ningún vehículo ni tienen empleados.
En medio, surge la lucha regulatoria. Según sostienen desde CIPPEC, la AFIP considera que es una empresa de transporte y parte del conflicto (sólo parte) reside en ese aspecto técnico.
Sin embargo, Uber insiste en que su alcance es tecnológico. De hecho, es una afirmación que no se puede negar ya que, además de haber desarrollado la propia aplicación, también avanza con el diseño de otras tecnologías para, por ejemplo, enlazar con las fuerzas de seguridad, compartir la localización o evitar fraudes.Todo esto es posible gracias a la información recopilada. Es decir, genera una batería de soluciones encaminadas a dar un mayor soporte a tu negocio a partir de la app y que repercute en quienes trabajan en ella y se mueven por este servicio. Es, claramente, una empresa 100% de la era digital.
Es interesante, sin embargo, lo que sucede con las empresas tradicionales que se encuentran en plena etapa de cambios: su costo tecnológico toma tal dimensión que deciden llamarse así. Orange, compañía financiera radicada principalmente en provincias, está en pleno proceso de transformación. Y se considera, una empresa digital.
“A partir de ahora somos conectividad”. Esta frase no proviene del director de una empresa de telecomunicaciones, sino de Fernando Moura, gerente de ventas y marketing de los servicios conectados de OnStar, Chevrolet. Y aunque lo formuló en el marco del lanzamiento del nuevo Onix, el coche totalmente conectado de la compañía, su fundamento es válido.
Los vehículos ya no pueden concebirse sin acceso a Internet para sus ocupantes. Y aunque es algo relativamente nuevo (más allá de que el coche conectado empezó a llamarse así desde la incorporación del bluetooth, hace varios años) el hecho de pensar en un nuevo modelo con el “online” como base rompe esquemas en el Industria automotriz.
“Como la tecnología es algo muy nuevo para los autos, Chevrolet se convirtió en la primera fábrica que invierte rápido en Sudamérica. Producimos autos, es cierto, pero ya no se pueden conectar porque la conectividad es parte del vehículo”, agrega. el EjecutivoEntra en lo digital“Para que todo fluya hay que entrar en el mundo digital. Si las personas nos movemos en él, las empresas deben ir en la misma dirección. Ahora bien, una cosa es ser proveedor de tecnología y otra ser parte de lo digital. mundo.” , destaca el economista principal de CIPPEC.
Esto implica nuevas formas de pensar los procesos productivos, que nada tienen que ver con el mundo anterior, el de la era industrial. Y no porque estas nuevas formas no constituyan una industria diferente sino porque ahora la monitorización de la producción se basa en la combinación de sensores con software que generan datos de forma incesante.
Además, están trabajando y activando nuevos negocios. Mazzitello, de Orange, deja muy claro este concepto al afirmar: “No vamos a dejar de ser Orange incorporando una capa mucho más digital en la compañía”.
“Con la mirada puesta en 2022, seremos una empresa que cumpla su misión y propósito: conectar personas con experiencias únicas y facilitar la vida de cada uno creciendo en negocios de base tecnológica”, completa.
El cambio al que se enfrentan las empresas es profundo. Según la visión de Albrieu, “hay firmas que se crean con otros modelos de negocio, donde los datos van y vienen, se cruzan todo el tiempo y surgen otros beneficios”.
Lo mismo ocurre en el sector público: “hasta ese punto es la transformación lo que dificulta saber dónde empieza una empresa y dónde otra. El modelo antiguo ya no existe”, dice.Ese viejo modelo conviviendo con los nuevos puso en discusión varios aspectos fiscales (como con Uber) y laborales: el caso de las fintech, Mercado Pago y su lucha contra la unión bancaria liderada por Sergio Palazzo (que las quiere nucleares), es muestra elocuente. de eso
En Argentina, el desarrollo de esta transformación en el sector empresarial es desigual. Otro trabajo del CIPPEC que analiza la Industria “4.0” en el país muestra el alto grado de heterogeneidad que se advierte respecto a la transformación en la industria:
– Solo el 6% está en la cima de esa transformación digital
– Otro 45% utiliza tecnologías de desarrollo medio y apunta a cerrar las brechas que lo separan de la frontera tecnológica
– Un tercer grupo, que abarca la mitad de las empresas que operan en el país, utilizan tecnologías de primera y segunda generación y se muestran inactivos ante el cambio
“Hay cuellos de botella”, advierte Albrieu. No solo a nivel de organizaciones sino también de talento. Otro informe que la entidad realizó junto a Microsoft muestra que en Argentina solo el 16% de las personas que trabajan están preparadas para el cambio que se está produciendo en el mercado laboral.