El estigma de la historia política argentina de las últimas décadas se volvió a cumplir: Presidente y vicepresidente están destinados a detestarse. Esta gestión no es la excepción. Milei – Villarruel Es una fórmula rota. Lo que comenzó con “palos”, “tiros por elevación”, terminó en un desprecio público y una suerte de paridad viva que terminó colocando al Presidente del Senado en la vereda frente al Presidente de la Nación y su triángulo de hierro.
“Me pagan dos chirolas”, dijo. Vicepresidente de la Nación a través de las redes sociales, como Wanda Nara en uno de sus tantos escándalos mediáticos. Las chirolas a las que se refiere Villarruel son cuatro millones de pesos, el salario que percibe por su función pública. “Mi salario está congelado desde hace un año. Pronto me pagarán dos chirolas y soy vicio (…) Los senadores pagan su comida, viajan a sus provincias, no sé si tendrán otro billete. “No me dan tiempo para nada y encima el Estado no me autoriza a ganar un salario digno por mi trabajo”, protestó la Vice.
Javier Milei se mostró furioso con estas declaraciones y se apoyó en datos del INDEC para responderle. Aunque cabe mencionar que en otros contextos, se trata de estadísticas que el presidente odia por ser “zurdo”, aunque ahora le venía perfecto para exponer y castigar a su socio. “Es una afirmación sumamente lamentable porque el 95 por ciento de los argentinos gana mucho menos “Hace semanas, Milei había dicho en televisión nacional que uno de los logros de su primer año de gestión fue que “El salario promedio pasó de $300 a $1,100.” Ahora, no le quedó más remedio que “ajustar” el concepto a la realidad: “Cuando uno entra a la página del INDEC, mira los datos de distribución del ingreso y El salario medio en la economía es de 400 mil y pico. y, por debajo de eso, está el 75 por ciento de la población”, afirmó.
Ver: Más allá de la historia: los salarios no alcanzan
¿Qué dice el INDEC?
El informe sobre la distribución del ingreso en Argentina publicado en diciembre de 2024 detalla que, según mediciones realizadas en 31 aglomerados urbanos, hay 9,8 millones de empleados, es decir, personas que trabajan en relación de dependencia y reciben un salario. De esa cifra, El promedio de lo que ganan los de blanco es $810.570 y los de negro, $334.819. Según la última medición de la Canasta Básica correspondiente a noviembre, una familia tipo necesitaba un millón de pesos para no ser pobre.
Por otro lado, hay 3,6 millones de personas no asalariadas: fontaneros, electricistas, albañiles, tenderos, comerciantes, es decir, todos los que trabajan por cuenta propia, con un ingreso promedio de $534.173.
Las cifras son elocuentes. Un solo alquiler ya supera los ingresos medios de un autónomo. Y para terminar de graficar el panorama, según cifras oficiales, en la medición realizada por el INDEC, el 40% de la población (dentro del universo de los 31 conglomerados urbanos relevados) tiene un ingreso promedio de $200.163.
INDEC, cuando corresponda
Si bien en esta ocasión las estadísticas del organismo oficial le vienen como anillo al dedo para acorralar y ridiculizar a quien fuera su compañero de fórmula, el Presidente no ha sido consistente en su retórica. Si revisamos el expediente, Milei ha sido detractor de los datos del INDEC.
En su relato, se muestra reacio a las mediciones oficiales ofrecidas por el Instituto Nacional y de Estadística y Censos e incluso detalló a un medio italiano que bajó la inflación mensual del 52% al 1,2% sin aportar rigor. Por otra parte, durante el brindis de fin de año, la ministra Sandra Pettovello, fiel seguidora del jefe de Estado y amiga personal, anunció que iba a presentar los datos de la Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales (CNCPS) medir la pobreza, pero no por el ingreso. “Estamos haciendo un Índice de Capital Humano”, aunque no dio mayores detalles sobre las variables a utilizar, la misma volatilidad del Presidente en cuanto a detalles finos.
Este anuncio de Capital Humano de hacer su propia medición de la pobreza tiene que ver con que en marzo el INDEC reportará los datos de esta medición, lo que preocupa mucho al gobierno. El primer semestre de 2024 arrojó cifras demoledoras: la pobreza subió un 52,9% frente al 40,1% en el mismo periodo de 2023. En cuanto a la indigencia, subió al 18,1% respecto al semestre anterior, que fue del 9,3%.